Cuando hablamos de crianza natural nos referimos a la forma en que conviven los padres, el padre y/o la madre y los hijos. Es la propuesta y grito decidido a relacionarnos escuhando nuestros instintos y los de nuestros hijos.
Y ocurre que esta relación se empieza a construir desde el vientre materno, cuando nos embarazamos y parimos ya iniciamos la comunicación con el bebé, ya comenzamos a decirle lo importante que es para nosotros, lo maravilloso de su presencia. Este bebé llega a percibir, a través de sus primeras experiencias de vida, que el mundo es un lugar seguro, que puede investigar y conocer desde la seguridad de los brazos protectores de sus padres.
Para llevar a cabo esta forma de relación padres-hijos, la de Crianza Natural, contamos con algunas “herramientas”, todas ellas se desprenden de la convicción de que educar es acompañar en los procesos de crecimiento respetando el ritmo y necesidades de cada persona involucrada:
El parto respetado, es decir, en un ambiente propicio para que la madre se relaje y pueda traer al mundo a su bebé, en el que se promueva el contacto inmediato de la madre con su recién nacido, esto generará un estrecho vínculo desde el primer momento.
La Lactancia Materna, esos momentos de contacto físico y emocional con tu hijo o hija, irremplazables y llenos de señales tales como la sonrisa, la mirada, la caricia…
Amamantar a demanda y destetar hasta que el niño o niña se encuentren listos para dar ese paso, sin forzar y respetando el ritmo de crecimiento, esa es una de las premisas de la Crianza Natural, ¿sabes que la edad de destete natural de un bebé humano se calcula entre los 2 y medio y seis años? ¡Si, seis años! (y no seis o cuatro meses como tristemente promueven a hacerlo las marcas de sucedáneos de leche materna)
¡Pero la leche ya no sirve! escucharás decir. Nada más lejos de la realidad. El sistema inmunológico del ser humano se fortalece y termina de desarrollar hasta los seis años, por lo que el niño recibe de la madre los anticuerpos necesarios mediante su leche. No son pocas las madres que tienen la experiencia de que, inmediatamente después del destete, su hijo se enferma, normalmente de tos, catarro y estómago.
Además, amamantar alimenta, también, la parte emocional de nuestros hijos, tan importante como la física. Así pues, amamantar tanto tiempo como la madre y el hijo lo deseen es otra de las ideas que sostiene la Crianza Natural.
Brazos y contacto físico, qué mejor manera de estar atenta a todas las señales que den nuestros hijos; su forma de mover la cabeza cuando quiere tomar pecho, o la manera en que mueve su espalda cuando quiere hacer pipí, o… mil señales más; aprender a comunicarnos mediante esas pequeñas señales, aun antes de que sea necesario llorar, lleva a estrechar la relación padres-hijos. Qué mejor manera de ayudarle a sentirse seguro, a tener autoestima y crecer sano.
Respeto a los ritmos de aprendizaje
Ningún ser humano es idéntico a otro, por ello la Crianza Natural busca respetar los ritmos y necesidades del infante. ¿Cuántas veces has tenido que atender alguna actividad que te es completamente irrelevante y por ello no te dejó nada de provecho y en cambio, has regresado a ella ya por tu propio interés y se vuelve muy interesante? ¿Y cuántas otras veces no has querido volver a saber de algo sólo porque te forzaron a hacerlo en un momento inadecuado para ti?
La Crianza Natural busca promover el gusto y disfrute de las actividades que realizan los niños, desde el respeto de los intereses. Buscamos ambientes en los que los niños y niñas puedan desarrollarse de manera segura sin que se pierdan sus capacidades y espíritu de conocimiento.
Respetar sus ritmos significa, por ejemplo, evitar corregirlos a cada momento su forma de hablar. Cuando decidimos confiar en su propia capacidad de escuchar, comparar y corregir, descubriremos con asombro cómo el aprendizaje sucede a su ritmo y sin nuestra intervención. Corregirlos a cada momento, lejos de enseñar, podría crear frustración e incluso retrasar el aprendizaje.
Por ello algunas familias deciden educar en casa a sus hijos, pues así se pueden respetar realmente los intereses y ritmos de crecimiento individuales. Tomar la responsabilidad de educar sin escuela es una decisión de pocas familias. Otras prefieren opciones pedagógicas alternativas o libres, e incluso la educación convencional. En cualquiera de estas opciones los padres buscamos participar activamente en la educación de los niños y darles la oportunidad de desarrollarse en forma libre.
Una de las grandes ventajas de la Crianza Natural es que permite, al conocer y respetar las necesidades de nuestros hijos, generar confianza y respeto mutuo mediante el apego y con disciplina positiva.
En conclusión, la Crianza Natural se basa en escuchar nuestros instintos, defender nuestra libertad para amar y escuchar nuestros instintos, fortaleciendo así la relación entre padres e hijos.